La injusta exposición a la contaminación del aire por tráfico vehicular en el Noreste y Medio Atlántico de EEUU

Publicado 1 de junio del 2019 Actualizado 9 de marzo del 2020

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Medimos la cantidad de contaminación del aire debido a tráfico vehicular en 12 estados en el Noreste y Medio Atlántico de los EE. UU. y el Distrito de Columbia. Las partículas finas desproporcionadamente afectan a las comunidades de color a través de la región.

Asiáticos americanos, afroamericanos y latinos residentes en las zonas del noreste y medio atlántico de los EE. UU. están mucho más expuestos a la contaminación del aire causada por automóviles, camiones y autobuses que otros grupos demográficos.

Esto es un hecho reconocido durante muchos años por las comunidades afectadas, que han experimentado en carne propia los peligrosos impactos que tiene la contaminación del aire sobre la salud, como enfermedades del pulmón y cardíacos, el asma, la diabetes, problemas de desarrollo infantil y la muerte prematura.

En nuestro análisis, cuantificamos y comparamos la exposición de distintos grupos raciales a las partículas finas (PM2,5) provenientes de vehículos en las carreteras.

Más allá del alcance de este análisis, se sabe que las emisiones de los puertos, la agricultura, el polvo y otras fuentes de contaminación contribuyen a la mala calidad del aire y a los efectos negativos para la salud en las áreas afectadas.

¿Qué es la contaminación PM2,5? Partículas finas, que miden menos de una vigésima parte del diámetro de un pelo humano, representan una grave amenaza para la salud humana. Algunas de estas partículas pueden penetrar los pulmones profundamente. Partículas PM2,5 se forman cuando se quema la gasolina y el gasóleo dentro de un motor, mientras que PM2,5 adicional se forma en la atmósfera como reacción entre gases de los tubos de escape y otros contaminantes del aire. Gases de los tubos de escape de motores de gasóleo son un contribuyente principal a la contaminación de partículas finas.

Conclusiones clave

  • En promedio, las comunidades de color en el noreste y medio Atlántico de los EE. UU. respiran aire un 66 por ciento más contaminado por vehículos que él aire al cual están expuestos residentes blancos.
  • Las concentraciones promedio de contaminación a las que están expuestos los latinos son un 75 por ciento más altas, y para los residentes asiáticos americanos son un 73 por ciento más altas, en comparación con la contaminación a la que están expuestos los residentes blancos. Los residentes afroamericanos están expuestos a concentraciones de contaminación un 61 por ciento más altas que aquellas a las que expuestos los residentes blancos.
  • El 85 por ciento de las personas que viven en las áreas que tienen la más baja contaminación PM2,5 proveniente de tráfico vehicular son gente blanca. En estas zonas, la contaminación es menos de la mitad del promedio estatal.
  • Alrededor de 6,5 millones de residentes afroamericanos, 6,1 millones de residentes latinos y 3,7 millones de residentes de otras razas (asiáticos americanos, isleños del Pacífico, indígenas americanos, gente multirracial y residentes que se autoidentifican con otros grupos raciales) viven en áreas con contaminación PM2,5 más alta que el promedio del estado donde viven.
  • Residentes en las zonas de censo más contaminadas respiran aire que es significativamente peor que el promedio de la región. En las zonas más contaminadas de Nueva York, las concentraciones de PM2,5 son 3,7 veces más altas que el promedio regional. Las concentraciones más altas en Pennsylvania son tres veces más altas que el promedio regional.

Oportunidades para reducir los impactos perjudiciales del uso de vehículos

Contaminación del aire por partículas finas que provienen de transportes viales como los vehículos a gasolina y a gasóleo impone problemas de salud importantes sobre los residentes de la región, y esa carga está injustamente repartida. Sin embargo, hay diversas oportunidades para reducir enormemente la contaminación PM2,5 reduciendo emisiones de los tubos de escape y las emisiones asociadas a la recarga, haciéndolo un problema evitable.

Electrificación de vehículos: La electrificación de vehículos, tanto de los pasajeros como los de cargas, podría reducir enormemente las emisiones. Los vehículos a batería eléctrica no producen emisiones de los tubos de escape, aparte de las emisiones PM2,5 que producen el desgaste de sus neumáticos y de los frenos, y completamente evitan las emisiones de recarga. La generación de electricidad puede producir emisiones, pero estas emisiones son más bajas que las que produce un automóvil de gasolina promedio y varían según la ubicación donde se cargue el vehículo. Además, gracias a años de esfuerzos de descarbonización, el noreste y el medio Atlántico han reducido enormemente las emisiones que provienen de la generación de electricidad. La ampliación de programas de reembolsos para vehículos eléctricos puede ofrecer ayuda de financiamiento y reembolsos mayores a residentes de ingresos bajos a moderados. Inversiones en autobuses eléctricos debería dar prioridad a las comunidades expuestas a los niveles más altos de emisiones de gasolina y de gasóleo.

Implementar acciones dirigidas a las poblaciones más vulnerables: Es importante destacar que los gobiernos estatales y locales deberían de tomar medidas cuyo objetivo concreto es el de reducir emisiones en comunidades sobrecargadas. A medida que los estados de la región continúen diseñando una política regional para reducir las emisiones de los tubos de escape de los vehículos, deberían de buscar la aportación de comunidades que estén afectadas desproporcionadamente y también asegurar que la igualdad sea una meta clave tanto en el proceso de planificación como en las decisiones sobre futuras inversiones.

Vehículos más eficientes: Mejorar la eficiencia de los vehículos a gasolina y a gasóleo es importante para reducir la contaminación del aire, ya que una cantidad menor de combustible es quemada. Además, los vehículos a gasolina con mayor economía de combustible necesitan recargarse con menos frecuencia, lo que reduce potencialmente la cantidad de compuestos orgánicos volátiles que se evaporan durante el reabastecimiento de combustible y por derrames. Las tecnologías de ahorro de combustible, como los sistemas de arranque y parada que reducen las emisiones de vehículos al ralentí, también pueden reducir las emisiones de los tubos de escape. Utilizar combustibles más limpios en vehículos convencionales es otra forma de reducir las emisiones de PM2,5.

Reducir las millas conducidas: Especialmente en áreas densamente pobladas, introducir incentivos para conducir menos es otra posible estrategia para reducir la contaminación del aire y mejorar la salud pública. Las decisiones sobre el uso de tierras son importantes para reducir la necesidad de conducir, y las políticas que fomentan el uso del transporte público, caminar o andar en bicicleta en lugar del uso privado de vehículos de pasajeros podrían reducir las emisiones de PM2,5. Esto es especialmente cierto si las opciones de transporte son bajas en emisiones, como por ejemplo los trenes y autobuses eléctricos.

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